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Cómo ayudar a tu hijo a sentirse seguro de sí mismo
Nacen nuestros hijos. Nos forjamos toda clase de ilusiones y sueños con respecto a su futuro. Nada más nacer, buscamos talentos, puntos fuertes, aspectos positivos en común con nosotros mismos.
Comenzamos a moldear su futuro en nuestra mente. Aquí empezamos a crear expectativas poco realistas porque apenas conocemos a nuestro hijo.
Al principio nuestro hijo crece obediente porque, sencillamente, es pequeño. No conoce otro camino y además cree en nosotros. Iría al fin del mundo con tal de conseguir nuestro afecto. Nuestro reconocimiento y nuestro cariño es lo que le ayudan a crecer. Y a vivir.
Pero llega un momento que debes preguntarte: ¿tiene mi hijo miedo de perder mi afecto?
Si tu hijo hace las cosas para ganar tu valoración, nunca crecerá en libertad. Puede crecer sumiso, vulnerable, pasivo o rencoroso.
Todos conocemos casos de adultos que ya con una familia formada y todo un bagaje personal, todavía son dependientes afectivamente de sus ancianos padres.
Frases que debes y no debes pronunciar nunca para evitar la dependencia emocional de tu hijo.
Comoayudaratuhijoasentirsesegurodesimismo
5 pautas para soltar amarras:
Nunca eduques a tu hijo para que te necesite; tan solo para que te quiera. Nuestro egoísmo, nuestras propias carencias personales hacen que, de manera inconsciente a veces, eduquemos en la dependencia afectiva. Les hacemos sentir mal para que no se alejen de nosotros, para que en algún momento paguen por todo lo que hemos invertido en ellos.
Intenta que consiga las cosas gracias a él mismo y que lo valore como tal. Si tienes que ayudarle, que nunca crea que es solo merito tuyo o que sin ti nunca lo habría conseguido. Hazle las reflexiones oportunas. No le ayudas ayudándole cuando puede hacer las cosas por sí solo. Si fracasa, aprenderá. Si tiene éxito, será por sus propios méritos y se sentirá orgulloso de sí mismo.
Tu hijo no es una extensión de ti mismo. Le has dado la vida pero ahora la vida es suya. No pierdas esto de vista. Educar es darle la mano, no encadenarlo.
Nunca le compadezcas. Elimina de tu vocabulario emocional el término pobrecito. No es un pobrecito sino un niño que está en formación, que a veces acierta y otras fracasa y que precisamente eso es lo que le permite madurar.
Valora y motiva en lugar de elogiar. Describe las tareas positivas, reconociendo su parte de implicación: Felicidades por el excelente; has invertido mucho esfuerzo en ese trabajo de investigación y te mereces esa nota. Si le elogias solo por el excelente, ¿cómo crees que se sentirá cuando la próxima vez no lo consiga? Puede creer que tu cariño depende de sus resultados, no de su persona.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com
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